miércoles, 25 de julio de 2012

Para mi pequeño

Desde siempre me han gustado los niños, siempre he tenido esa paciencia de santa que solo algunas mujeres poseen. Tuve la suerte de ser profesora de un nido, y estudiar en el colegio ese cursito de mierda que se llama Atención infantil. Pero desde hace varios días, algo dentro de mí, muy al fondo de mi corazón, se pregunta ¿Y como seré yo cuando sea madre?. Analizaré un poco mi pregunta respondiéndome yo misma. Hablaré en masculino, porque mi mayor deseo es tener un niño.

  • Desde muy pequeño, le enseñaré a escuchar buena música, le pondré Led Zeppelin. Al diablo Beethoven. 
  • Le matricularé a que aprenda a tocar algún instrumento.
  • Le enseñaré a guardar sus juguetes, a respetar a sus mayores, a ser calmado y a no actuar impulsivamente. Estoy segura de que los niños berrinchosos lo son por culpa de sus padres y de nadie más. 
  • Planificaré todo para que nazca en verano, porque siempre he pensado que los niños que nacen en verano no sufren tantas enfermedades respiratorias, y porque no quiero que le pase lo que a mí, que en mi primer año llovió mucho y nadie fue a mi fiesta (nací en Julio, detesto que sea invierno en mi cumpleaños)- Forever alone in the dark, desde mi primer año.
  • Su primer polo será de Led Zeppelin, y mi esposo tendrá que aceptar que mi hijo sea un pequeño Rock'n'Roller. 
  • No tendrá enamorada. Lo prepararé emocionalmente ante cualquier decepción amorosa, y, obviamente, le cortaré la cabeza a la primera maldita lisiada que ose lastimar a mi hijo. 
  • La comunicación será el pilar de nuestra relación. Siempre estaré pendiente de cómo se siente, no quiero que mi hijo sea un resentido como yo. Quiero que confíe en mí antes que en nadie. Seré como su "novia pegajosa", pero en versión madre. 
  • Jamás pasaré por alto ningún evento importante en su vida (actuaciones, fiestas, reuniones) porque no quiero que mi hijo llore algún día como lo hice yo, cuando mi mamá no fue el día que yo bailé. JUM para ella. 
  • Lo llevaré a un concierto, Dios quiera que de algún Rockero legendario, como el de las historias que le contaré desde pequeño. 
  • Le enseñaré a preparar postres y a cocinar. Algún día no me tendrá a su lado y no quiero que sufra con una mujer que no sepa ni hacer arroz. Mi hijo jamás morirá de hambre, menos en manos de una mala mujer.
  • Le ayudaré con las tareas del colegio, y si algún día viene con una mala nota no le gritaré ni le pegaré. ¿Con qué derecho, también? Si me repite de año si lo arrastro de los pelos por todo jirón de la unión. Tampoco tampoco, pues mocoso.
  • Aplaudiré todos sus logros, y lo impulsaré a mejorar todo aquello que haga, sobretodo a que lo haga con amor y perseverancia. No me burlaré de sus errores y no juzgaré sus decisiones. A veces las decisiones de los hijos duelen, pero al final del camino son los únicos dueños de sus vidas. 
  • Le tomaré muchas fotos, calato, bañándose, riéndose, jugando, comiendo, y así a lo largo de toda su vida y para la posteridad. Quiero ser de esas madres que sacan el álbum de diez kilos cuando viene la enamorada a la casa, y dice "mira hijita, así era de chiquito". 

Sé que no es el momento para tener un hijo, no para mí, pero cada vez que me entero de que alguna de mis amigas está embarazada, lo celebro a morir. Este post llegó a su fin. 

viernes, 13 de julio de 2012

Uno, Dos, viene por ti.

¿Quién no ha tenido pesadillas en su vida? Pues yo sí, y las tengo todo el tiempo. Todo el maldito tiempo. Me han dicho que tengo pesadillas porque como grasa antes de dormir, porque estoy estresada, porque se quieren comunicar conmigo del más allá, y demás huevadas que no creo. Pero hay algo en especial que me sucede casi todos los días, y es la bendita parálisis del sueño. ¿Te ha pasado? ¿Ni puta idea de lo que es? te voy a contar, y fácil la sacas.

Actualmente, y porque ya sé qué me va a pasar, intento irme a dormir lo más calmada posible para evitar la huevada. Por eso cuando lo voy a hacer, me echo bien rica yo, me envuelvo como tamalito de pies a cabeza, pienso en algo bonito que me relaje y empiezo con el infantil pero infalible conteo de ovejas. Una tras otra, algunas pasan bailando break Dance, en dos patasalgunas corren y saltan la valla, otras caminan lento y pasan por debajo, otras vienen en grupos comentando el fastidio que les causa estar cruzando la valla todas las noches por mi culpa; en fin, tengo una alucinación bien pendeja con el ganado ovino. 

Caigo rendida en los brazos de Morfeo a los cinco, diez minutos, dependiendo de qué tan cansada me encuentre. Entonces sucede: Primero, es como que algo dentro de mí me advierte que me voy a paralizar. Me muevo un poco en la cama presa del miedo y pensando "¡Mierda, no otra vez!" y entonces siento que algo se me sube y me presiona el pecho muy fuerte, estoy consciente, lo sé, pero no puedo ni moverme, ni hablar. De repente empiezo a escuchar todo tipo de sonidos: voces, gritos, ruidos de animales, música rara, etc. Me asusta demasiado, trato de calmarme, y muevo lentamente los dedos de la mano, luego la mano, luego un poco la cabeza, y casi siempre termino gritando el nombre de mi hermana cuando pasa el "trance". Más de una vez mi pobre hermana se ha levantado asustada y ha venido corriendo a mi cuarto a abrazarme mientras yo moqueo y tiemblo.

Comparto esto porque muy a parte de que me caga de miedo siquiera pensar que me está persiguiendo algún alma o cualquier huevada que fuese, quiero hacerle saber a todos que no estoy loca ni drogada cuando a veces voy contando por ahí que sueño tal o cual cosa. ¿Será estrés? ¿Será la grasa y la cantidad exorbitante de comida que me empujo todos los días antes de acostarme? ¿Será algún alma amixer y pendeja que solo quiere llamar la atención haciendo sus huevadas? No sé, pero... a decir verdad no me importa mucho.

domingo, 1 de julio de 2012

Mi verdadero cumpleaños.

 Hoy es mi cumpleaños, oficialmente tengo veintidós años.Tuve un día de mierda por razones que no quiero comentar en estos momentos (en realidad me castigaron) pero gracias a un comentario de mi papá (con quien cené hace un rato) decidí darme un tiempo para escribir esta entrada, en la soledad de mi cuarto y con la barriga llena. Hoy mi papá, al verme, me dijo algo inusual: "Feliz verdadero cumpleaños"  

 Yo nací un domingo primero de Julio (sí, exactamente un día como hoy) en pleno mundial Italia '90. La verdad no me acuerdo un carajo, pero sé, gracias a los cuentos de mi madre, que empecé a joder desde muy temprano, mientras mi papi miraba el partido. Ella daba vueltas como una loca desesperada, pasaba entre la tele y mi papá, se revolcaba en la cama, gritaba improperios y rogaba para ser llevada a la clínica. César no hacía caso. Cuando mi mamá no pudo más con el dolor, empezó a desesperarse y por fin fue atendida por  mi padre, mientras él decía algo así como: "carajo, mi partido".


 Salí del interior de mi madre más o menos (en realidad creo) a las siete y media de la noche. Sé que fue muy doloroso, imagino el derramamiento de sangre, el cordón umbilical, mi llanto de ¡¡ESTOY VIVA CARAJO!! y más detalles que no valen la pena relatar (vamos, todos hemos pasado por eso) En fin, salí al mundo y fui llevada por las enfermeras para proceder a acicalarme. Hasta ahí todo "normal".


 El tiempo fue pasando, recuerdo poquísimo de la vida con mi papá, recuerdo muebles amarillos en la casa, una caída que me ocasionó una cicatriz en la frente que tengo hasta ahora, sus abrazos y besos antes de dormir, ver todo más paja desde las alturas cuando me cargaba en sus hombros mientras yo moría de miedo pensando que me iba a caer o mi cabecita iba a chocar con el techo. Recuerdo mis muñecos de Bebé Sinclair y recuerdo también bañarme en mi tina celeste, calata y gorda, y jugar con todos ellos a que se ahogaban. Recuerdo a mi abuelo, siempre me traía juguetes, recuerdo a mi vecina que era gorda y rompió mi primer triciclo. Recuerdo a peluchín, un perro negro con ojos azules que a veces me daba miedo, pero otras veces parecía bastante amigable, recuerdo las flores de mi mamá y me recuerdo buscando chanchitos en la tierra de las macetas. En realidad recuerdo bastante para haber pasado solamente dos años de mi vida con mi papá. Pero no recuerdo cómo ni cuándo todo eso se acabó, solo me recuerdo a mí siendo llevada por mi mamá y diciendo "adiós" con la mano. De pronto ya mi papá no estaba conmigo, y en cambio, tenía a la nueva pareja de mi mami, comprándome gaseosas y galletas de soda para ganarse mi cariño. ¿Quién iba a pensar que no se ganaría siquiera un poquito si no hasta después de casi veinte años?. 


 No volví a ver a mi papá si no hasta 1996, (y si lo vi antes no me acuerdo) cuando yo estaba en primero de primaria, y estudiaba en un colegio del callao. Estaba sentada al costado de David, un niñito con el cual me molestaban porque siempre me tomaba de la mano, me daba besos en la mejilla, y cuando yo llegaba al colegio se alegraba como si verme fuera lo mejor de su vida. Ah, y me regalaba toda su lonchera. UN MOMENTO: ¡¿Dónde está este niño?! creo que es mi verdadero amor, lo buscaré incansablemente, ya nadie hace eso por mí. En fin, estábamos haciendo palitos en el cuaderno, palitos de colores, cuando vi a una cara familiar asomarse por la ventanita y preguntar por mí. David soltó mi mano (que tenía agarrada por debajo de la mesa, ¡¡pequeño pillín!!) y yo me paré y me arreglé el uniforme. Le pedí amablemente a la profegorda que me dejara salir y ella aceptó. Salí y mi papi me dio el beso más emotivo que cualquier enamorado me pudo haber dado, el abrazo más fuerte que hasta ahora no he vuelto a sentir si no de sus propios brazos y me cargó, como antes, me cargó y me dijo "Hijita, te extrañé mucho. Te amo con todo mi corazón". Lo único que le pude preguntar, en mis escasos cinco años y medio fue "¿Dónde te habías ido? ¿De viaje?" y él empezó a llorar. Le besé la cara y le sequé las lágrimas, mientras le decía que no tenía que llorar, porque ya era un niño grande. Me bajó a la realidad, a la tierra mojada por la lluvia y me dijo "nos vemos pronto ¿ya mi amor?" y yo solo dije que sí. Regresé a mi salón, me senté, y volví a tomar a David de la mano. Y no recuerdo nada más.


 Me cambiaron de colegio, me fui al Fanning, que quedaba más cerca de mi casa. Veía a mi papá más seguido, porque mi hermana mayor me llevaba a su casa (que quedaba cerca a la mía). En 1997 nació mi hermano, y en el 98 mi hermana, mis visitas a la casa Cox se hacían más frecuentes y crecía el vínculo afectivo con mi papá. Íbamos a los juegos, a comer, de paseo, un sinfín de cosas que nos unían cada día más. Terminé la primaria y llegó el día de mi promoción, y él no estuvo conmigo por obvias razones: mi mamá no quería, porque le parecía muy incómodo, y él aceptó esa decisión y no fue. En cambio tuve al padrastro, bailando con una Fiorella que no quería bailar, y que no quería que le tomasen fotos porque no era él con quien yo quería bailar ni tomarme fotos. 


 Es todo lo que recuerdo de mi infancia, ya luego empecé la secundaria, la rebeldía, las salidas con amigas, los paseos con amigos, mi primer enamorado, mi propia vida y ya no iba tan seguido donde mi papá, pero él siempre me llamaba y me decía "Te extraño". Me fui de viaje en 4to de secundaria y él estuvo ahí para embarcarme en el bus, rezando para que no me pase nada, cumplí diecisiete y él me llevó a la marina a sacar mi carnet militar. Él me llevo a sacar mi DNI y por su culpa y sus chistes de mal gusto salgo con semejante cara de culo en la foto, pero no me importa. Mi papá me explicó muchas cosas que ahora entiendo, muchas cosas que me han servido en estos mis veintidós años. Él fue quien, con lágrimas en los ojos, me pidió que por favor no sea como él, que no me diera por vencida y que no me conforme. Es él, quien a sus 50 años, aún parece un chibolo de 18, cuando nos juntamos a hablar huevadas de la vida y nos reímos de todo, a carcajadas y prácticamente hasta llorar. Es él quien cuando se emborracha, en lugar de ponerse cargoso y jodido, es de la putamadre, quien baila la salsa con ese sabor propio mezcla de La victoria y la avenida Grau, y quien fuma como chino porque dice que su organismo "ya se ha acostumbrado". Y es él, quien hasta ahora, me da los abrazos y los besos más ricos que cualquiera, a pesar de que cada vez son más débiles.



Me importa un carajo mi cumpleaños, esto es para ti. Gracias papá.